Wednesday, January 12, 2011

Móviles, tabletas, TV conectada, ¿dónde está el futuro para los medios?

Este año 2011 ya ha sido nombrado el año de las tabletas por la industria, con permiso de los e-readers. Pero es también el año de la televisión conectada a internet y de los móviles inteligentes con banda ancha, como recuerda el informe La sociedad de la información 2010 de Telefónica.
En el eje de los nuevos dispositivos y forma de acceso a los contenidos están las aplicaciones y las plataformas digitales. Ambas permiten acceder a los contenidos de forma sencilla, recortar la abundancia de internet incitando al público a la fidelidad y ofrecen más ventajas para la protección de derechos de propiedad intelectual.
Pero también vuelven a vincular los contenidos al soporte y convierten a los proveedores de contenido en socios dependientes de los grandes de la distribución digital: Apple, Google, o Telefónica.
Y faltan estándares. Mientras iOS o Android confluyen en móviles y tabletas con ciertas especificaciones, la televisión conectada está todavía más lejos de la convergencia.

Los medios debaten a qué dispositivos y plataformas apostar. Hace falta inversión, tecnología y asumir costes de conectividad que no permiten a la mayoría de los medios, con excepción de los más grandes, realizar apuestas para estar en todas las pantallas con presencia optimizada.
La otra duda es la publicidad. Por ahora va despacio debido a las barreras de acceso de compañías como Apple, pero crece, con preferencia por el CPM frente a los resultados, lo que tranquiliza a los medios respecto a la rentabilidad, pero crece la segmentación por dispositivo y operadora, además de la presencia de las marcas con sus propias aplicaciones.

Los últimos datos del mercado español ayudan a entender la tendencia de la evolución de los nuevos soportes y la urgencia del desarrollo para los medios.
Entre los equipos con conexión a internet, crecen el móvil (25,4% de los hogares) y la televisión tanto a través de consolas (13,8%) como de discos duros multimedia (8,4%) e interactivos, además de las televisiones conectadas (3,8%), que avanzan con fuerza desde su lanzamiento a mitad del año pasado (datos del INE).
A pesar de su fuerte presencia mediática, las tablets como iPad tienen penetración sólo e un 0,8% de los hogares. Los e-readers, a pesar de la falta de oferta editorial y de apuesta por estándares tecnológicos, los superan con un un 1% de penetración. En ambos casos todavía con un potencial todavía muy por debajo del interés que despiertan en medios e hiperconsumidores.

Los móviles y la televisión conectada aparecen como los principales dispositivos para el desarrollo de los contenidos digitales. El 20% de la población ya ha accedido a la internet móvil y más de 7,5 millones de personas navegan desde móviles, según los últimos datos de Nielsen.
Un 5,8% de la población accede a internet con banda ancha móvil y Telefónica tiene más de 4,3 millones de usuarios de teléfonos inteligentes, el doble que el pasado año. Un 9,4% de los hogares ya poseen smartphones.
El tirón del 3D y las nuevas aplicaciones de vídeo e internet TV intentan tirar del mercado de televisores inteligentes después del esfuerzo del cambio de equipamiento en los hogares con la TDT.
Tanto en los móviles como en la televisión inteligente y en las tabletas y e-reader falta oferta competitiva en España y garantías para el consumidor sobre estándares para que no siga mareado de qué supone comprar uno u otro equipo.
Los dos primeros serán los grandes tractores del consumo de contenidos e información digital en los próximos años. La industria empieza a reaccionar y a crear alianzas y nuevos modelos de negocio en el exterior mientras aquí seguimos enfangados en un canon injusto y en la discusión de una ley Sinde que sólo persigue punitivamente a las descargas, sin promover acuerdos, estándares y alianzas, como por ejemplo ha pedido Asimelec con el plan de contenidos digitales que el ministro Miguel Sebastián se ha comprometido a desarrollar.
Más oferta, más modelos de negocio, más colaboración y menos proteger soportes y un negocio basado en la copia y la propiedad que cada vez tiene menos sentido.