Monday, May 28, 2012

La traición de Facebook

Desconfianza y recelo. Es el resultado de la caótica salida a bolsa de Facebook, la red social en la que confían 900 millones de personas para mostrar su vida a través de sus contenidos, sus contactos, sus relaciones, su comunicación. La empresa de Mark Zuckerberg ha minado su compromiso hacker de darle el control a la gente. Facebook no comparte el negocio con sus usuarios y se ha estrellado con los peores pecados de este capitalismo en crisis: codicia, la burbuja en su valoración, el fallo de los mercados y la prisa por los beneficios rápidos.

¿Podemos seguir confiando en Facebook para compartir la vida? Mark Zuckerberg gobierna este país bautizado Facebookistán sin reglas, criterios o políticas conocidas. En el país donde todo se comparte, sus dueños y gobernantes olvidan la democracia de los usuarios y se entregan al control trimestral de unos accionistas a los que han empezado por engañar y confundir con el lanzamiento de demasiadas acciones a precios desorbitados.

El gráfico a la baja del precio de las acciones marca la curva de la desconfianza de accionistas, usuarios y expertos. Facebook es un país sin democracia y una compañía sin negocio abierto: impone su fiscalidad a los desarrolladores y proveedores de su plataforma, y oculta las más básicas reglas de gobierno. Desconocemos sus criterios. Es dócil en países ricos, donde el gigante azul está atento a los reclamos comerciales y de los poderosos siempre que no afecten al negocio. Donde escasea el negocio sujeta la bandera del desencanto y se convierte en el único espacio de comunicación en libertad contra los totalitarios.

Todos trabajamos para Facebook, todos participamos y enriquecemos su negocio con nuestra actividad, con lo que compartimos y consumimos rodeados de otros con los que nos relacionamos. Zuckerberg no ha dado la oportunidad a sus usuarios de convertirse en accionistas de la empresa a la que tanto aportan, pero al menos tienen derecho a saber cómo les afectará la presión de los beneficios trimestrales y a que se respeten sus derechos con códigos simples y claros.

Columna en los diarios de Vocento