Monday, June 17, 2013

Descontento TV

Poder y televisión son inseparables en la partitocracia. Pero pocas veces la telecracia se ha sentido tan incómoda con un gobierno en teoría aliado de las privadas. Tres años después del apagón analógico y el despliegue de la TDT el mercado audiovisual vive pendiente de los tribunales, la anulación de la adjudicación de canales y una sentencia que puede eliminar la tasa a las telecos para financiar RTVE. Nadie sabe cuál es la política audiovisual de Rajoy y muchos dudan de que tenga alguna.
El duopolio Mediaset/Atresmedia está inquieto pese a dominar el mercado. En las ondas autonómicas y municipales sobran canales desiertos mientras faltan en la televisión nacional, a pesar de tanta redundancia y programación de bajo coste.
La privatización de las autonómicas empujada por algunos barones no avanza mientras los recortes rasgan las televisiones públicas. Nadie parece estar ansioso por hacerse con canales cada vez con menos audiencia y una gestión que tendrá que luchar con la competencia y las resistencias a romper un modelo de televisión pública sin que nadie defina cuál es el futuro del servicio público.
Doce meses después de la toma de RTVE por un presidente sin consenso parlamentario, la Corporación resiste con la fortaleza de una audiencia remisa a abandonar una programación repleta de relleno para caer en una oferta comercial que no convence a muchos acostumbrados a una parrilla de cierta calidad.
Hasta la paz dormida de la televisión de pago tras el pacto de la guerra del fútbol entre Digital+ y Mediapro se resquebraja. La cadena de Prisa no paga y vive en el limbo de una compra que se dirime entre Telefónica y el magnate Rupert Murdoch, con Aznar de por medio.
Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de TV, pedía días atrás claridad, un sistema de financiación solvente para RTVE, televisión pública independiente y seguridad jurídica para las privadas. Incluso la resurrección del innato regulador audiovisual para poner orden y no depender de los políticos.
A día de hoy parece mucho pedir.

Columna en los diarios de Vocento