Tuesday, May 22, 2012

Facebook olvida a sus usuarios como accionistas


Las acciones de Facebook se desploman el segundo día de su cotización en el Nasdaq y los analistas dudan de que su valor vuelva a alcanzar los 38 dólares de su salida al mercado. El recelo sobre su capacidad de seguir creciendo y de generar suficientes beneficios para sostener su valoración de más 104 miles de millones de dólares aumenta. Facebook ha apostado el mercado convencional y se ha olvidado de su especial relación social con sus usuarios para impulsar una disrupción financiera en la economía de la abundancia. Cuando todos trabajamos para Facebook, convertir a los usuarios en accionistas y promotores de la compañía quizá hubiera asegurado un mejor futuro y un cambio tan radical en el negocio digital el que las redes sociales han impuesto en la identidad, la comunicación y las relaciones.

Al precio de salida a bolsa, cada usuario de Facebook vale 116 dólares, por debajo de los 200 de Google pero muy por encima de los 83 de YouTube o los 57 de Twitter. La red social de Mark Zuckerberg sólo consigue por ahora 3,79 dólares por usuario al año, sus ingresos han bajado en el primer trimestre de este año un 6,5% frente al anterior, con un crecimiento de un 45% en un año pero muy por debajo del ritmo anterior.

Con la valoración de 34 dólares por acción de cierre ayer, Facebook tiene un ratio de precio por ingresos (PER) de 85, muy superior a compañías con más facturación como Google, con un PER de 13.


Lo peor para los accionistas es que la red social está invirtiendo mucho dinero en sostener los centros de datos necesarios para mantener las relaciones y contenidos en tiempo real de sus más de 900 millones de usuarios.


Facebook no vale tanto como su valoración bursátil, dicen los expertos. En el primer trimestre de 2012, la red social ha conseguido ingresos de 1,21 dólares por usuario, un poco más de los 90 céntimos facturados en España frente a una media en Europa de 1,40 dólares y de 2,86 en Estados Unidos, su mercado más rentable. Los ingresos caen en Asia (0,53 dólares) y el resto del mundo (0,37).

Facebook puede haber perdido la gran oportunidad de poner precio no a la empresa, sino a la privacidad, la atención, los contenidos y relaciones de los usuarios. Ese es su verdadero patrimonio y sobre el que se funda cualquier modelo de negocio. El compromiso hacker de Mark Zuckerberg le llevó a retrasar la salida a bolsa de la compañía y afirmar que la economía de las redes sociales se basa en la gente y lo que comparten. De ahí su compromiso para mejorar los servicios y no de primar los resultados trimestrales.

Faltó un último paso: refundar la economía y el capitalismo convirtiendo a los prosumidores (usuarios productores y consumidores a la vez) en socios y beneficiarios de la red social, comprometidos con su valor y su futuro.

Poner precio al valor de los contenidos y relaciones de los usuarios en la red social es un sueño perseguido por la nueva economía digital. El World Economic Forum de Davos bautizó el año pasado a los datos personales como una nueva clase de activo, la base para un nuevo crecimiento económico y para extender los beneficios sociales de la economía de la atención, el mayor mercado de la abundancia, basado en las relaciones, la tecnología y la comunicación.

Académicos, expertos y empresas buscan cómo crear un mercado de datos personales y de la identidad digital. Una herramienta para gestionar la privacidad y para obtener beneficios económicos de los datos que los usuarios permitan conocer a las empresas a través de las cookies, las redes sociales, las bases de datos, etc. Un mercado para que los usuarios obtengan más beneficios que los servicios y contenidos gratuitos sufragados por la publicidad y los grandes consumidores de datos: marketing, promociones y ofertas, etc.

Investigadores del Social Computing Research de HP Labs acaban de publicar una investigación (A Market for Unbiased Private Data, pdf) sobre cómo evaluar y poner precio a los datos de los usuarios en función de cuánta privacidad están dispuestos a compartir. Una horquilla que varía entre diez dólares para usuarios muy valiosos y celosos de su privacidad, y de cincuenta centavos para quienes comparten sus intereses, contenidos y relaciones sin demasiadas reservas.

Facebook podría haber realizado un pago justo a sus usuarios. Seguramente no en dinero, pero sí en una clase de acciones que se pudieran capitalizar. Esa patrimonialización seguramente hubiera aumentado la afectividad y el engagement entre los usuarios y la red social. De esa forma, algunas dudas sobre el futuro de Facebook como si la gente va a seguir compartiendo su vida y contenidos, en qué redes cuando aumenta la competencia, en qué dispositivos, etc. podrían resolverse con esa mayor implicación entre empresa y usuarios/accionistas. Una vinculación mayor a través de un capitalismo popular digital favorable a la reinvención de los modelos de negocio.

Habrá que esperar. El futuro sigue estando mal distribuido, como alertaba William Gibson hace ya años. La economía de la atención y la abundancia crece, pero los modelos económicos y de negocio siguen siendo obsoletos y no se adecúan a los activos y capitales de una nueva economía donde las plataformas –políticas, sociales o económicas- deben ser creadoras y facilitadoras de oportunidades para individuos, grupos, comunidades y empresas. Espacios y mercados donde compartir procomunes, innovación y esfuerzos para mejorar la vida de todos y crear valor: económico, social, político, tecnológico, etc.

Capitalizando la identidad digital y los contenidos de los usuarios podría empezar a superarse la dicotomía entre las economías de la abundancia y de la escasez. Un sistema para evitar la devaluación producida por la inteligencia, la producción y el consumo colaborativo, como ha explicado Michael Bauwens.

Una oportunidad perdida por Facebook para cambiar la economía y el negocio, sin convertirse en una empresa más.